Papá, mamá, me voy de casa

Hola! soy Dan y quiero contarte una historia.

Cuando tuve 21 años decidí mudarme de casa, y con otros 2 compañeros más nos aventuramos a este nuevo camino lleno de momentos nuevos y desconocidos a la vez.

Yo tenía un trabajo estable, al igual que mis compañeros en ese momento y aunque el sueldo no nos alcanzaba individualmente, juntos podíamos solventarnos, por lo menos en lo más básico.

Papá, mamá, me voy de casa
Dan conversando con sus padres

Vi como el rostro de mamá cambió y sentí sus ojos iracundos de papá encima de los míos. Ese momento nuevo para mí no tuvo reproches, no tuvo situaciones incómodas, ni siquiera tuvo lágrimas. Sólo recuerdo palabras de amor, de aliento y, sobre todo, palabras de aprobación.

Recuerda que ésta siempre será tu casa
Palabras de papá y mamá

Sé que ellos querían preguntarme muchas cosas, pero no lo hicieron. Sé, además que deseaban con todas sus ganas que no me fuera, pero nunca me lo demostraron en ese momento, pues tenían muy en claro que los hijos en algún momento de la vida tienen que partir y que cuando se van, dejan la casa llena de recuerdos. Pues éste era mi momento.

¿Dan por qué no te llevas esto?
Preguntaba mi hermano

Solía ser muy orgulloso, así que sólo me llevé mi ropa, mi cama y mi computadora, la cual me las compré con mis ahorros a mis 16 años. Así que dejé atrás el TV de mi cuarto, el PlayStation, la bicicleta, el armario y muchos muebles que daban comodidad a mi vida, pues esas cosas no me pertenecían, eran de mis padres y aunque ellos insistieron, preferí dejárselos a mis hermanos, ellos estaban felices.

Vivir sólo te cambia, empiezas a extrañar las cosas triviales de casa, las peleas con tus hermanos, la comida de mamá, hasta extrañé las veces que papá llamaba a casa para decirme que no duerma en la tarde.

Aprendí a cocinar, a lavar, a planchar y sobre todo aprendí que libertad sin responsabilidad no es libertad. Entendí cuanto les costaba a mis padres y como ellos, con todo su amor, nunca se quejaron. ¡Vaya! sí que me sumaban de su resta, así que empecé a valorarlos más, a entender su día a día y sobre todo a entender sus preocupaciones.

Pero para ser totalmente independiente, aún me faltaba algo.

¡Papá! no te preocupes este ciclo! tengo una beca completa!
Dan mintiéndole a su papá

Sí, en 9vo ciclo de mi carrera mentí a mis padres diciéndoles que me dieron media beca y en el 10mo ciclo, les metí otra vez diciéndoles que me dieron la beca completa, esto con la finalidad de ser yo mismo quien me pagaba la universidad, pero claro, todo esto fue idea de mi orgullo, sea buena o mala, ya la había tomado.

El dinero no me alcanzaba para pagar el apartamento y la universidad al mismo tiempo, así que tuve que disminuir mis raciones de comida, pues sí, era el costo de no depender de los padres y estaba dispuesto a pagarla. Fue algo duro, tal vez fui inmaduro, pero no me arrepiento.

Siempre sospeché de todas las veces que mamá me invitó a almorzar o cenar a casa, porque es coincidencia que esa temporada sin dinero ella me llamaba más seguido y pues sí, yo iba. Y aunque nunca le dije a mis padres que no tuve dinero ni para ir a mi fiesta de promoción de la universidad, aun sospecho que ellos lo sabían y que respetaron mi decisión.

A veces creemos que engañamos a nuestros padres, pero en realidad nosotros estamos de ida y ellos de vuelta.
Pensaba Dan

Ya terminado la universidad por fin pude aligerar mis gastos, viajar, comer bien y dedicarme ciertamente al ahorro para cualquier emergencia, después de todo nadie sabe qué sucederá mañana.

Dan, lo sentimos, pero nos vamos a casa
Los roomies de Dan

Luego de 2 años de aventura, mis compañeros volvieron a casa de sus padres y yo, tuve que mudarme unas 2 veces más, a veces sólo y otras acompañado. Pero luego, tuve una meta, !ahorrar! para no estar siempre alquilando, así que decidí buscarme un cuarto. Sí, me iba a arriesgar a vivir 1 año en un espacio de 3mx2m probablemente compartiendo la misma sala o patio con alguna familia, pero ya estaba decidido a hacerlo.

¿Te mudas? ¿podemos ir a ayudarte?
Palabras de mamá

¡Oh! rayos, ¡papá y mamá vendrán a ayudarme a mudarme! y verán que me estoy mudando a un cuarto de 3mx2m y pensarán «¿para esto te fuiste de casa?», «¿cómo es posible que te mudes aquí Dan?», «¡el cuarto de la casa es más grande!» … miles de frases en mi cabeza rondando sobre lo que pensarían mis padres al verme ahí.

¡No! ¡me mudaré a otro, no importa cuánto cueste!
Era el orgullo de Dan hablando

Pues sí, otra «genialidad» de mi orgullo (sí, entre comillas). En tiempos donde se suponía iba a ahorrar, decidí mudarme a un apartamento más espacioso y más caro también, pero necesitaba hacerlo, y aunque en el fondo sé que mis padres jamás iban a juzgarme por donde me vaya a vivir, tomé otra vez una inmadura decisión, pero claro, no me arrepiento.

El orgullo se presenta de diferentes formas, a veces te hace ver como un genio y otras como un verdadero idiota, a veces viene disfrazada de oportunidad y la perdemos como tontos, y otras veces, como me ha pasado, te reta y te desafía a un duelo de sentimientos para convertirte en mejor (o peor) persona.

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